Rudolf Steiner, fundador de la primera escuela Waldorf en 1919, dijo a los maestros: “no vamos a tener que preguntarnos qué necesita saber el niño para adecuarse al sistema social existente, sino qué potencial vive en él, porque de esta manera podremos ayudarle a desarrollarse y evitaremos que el orden social establecido en ese momento, haga de estas nuevas generaciones lo que está queriendo hacer para prolongarse”. Un siglo después, la especialista en Pedagogía Waldorf y licenciada en Psicomotricidad educativa, Úrsula Vallendor, nos comenta el sentido de esta propuesta.
¿Cuál es la propuesta de las escuelas Waldorf?
A partir de las palabras de Rudolf Steiner, tenemos un punto muy central de las escuelas, es decir, que todo lo que vamos a hacer con ellos tiene dos grandes características: Va tratando de dar respuesta a las preguntas latentes en el alma del niño, que en este desarrollo, en este devenir, en este ir haciéndose ser humano van cambiando, de paso a paso.
Por otro lado, todo lo que vamos a hacer con ellos tiene que estar embebido de sentido. Por ejemplo, el jardín de infantes está instaurado como si fuera la prolongación del hogar. No hay una intencionalidad pedagógica de aprendizaje específica, sino que es un gran cuidado para con el desarrollo del niño en esos primeros 5, 6, 6 ½ años para que esta fuerza increíble que trae se despliegue. Ello se logra básicamente otorgándole posibilidades de juego; porque el juego, en esa etapa de la vida, no es diversión; es trabajo, es concentración, es movilización del imaginario. Por el otro lado, en esa etapa del jardín va a necesitar adultos dignos de ser imitados, porque el niño tiene una percepción muy interna, muy íntima de lo que le sucede al adulto a su alrededor y esto lo reactualiza cada vez que juega imitando lo que vivió.
Después tomaría para esta segunda parte (la pedagogía Waldorf divide el desarrollo en septenios, de los cuales tres corresponden a la educación), el segundo septenio que involucra a la escuela primaria. Hay diferentes momentos y uno de los momentos más claves y más importantes es alrededor de los 9 años, 9 ½ años, en donde los niños viven por primera vez, dolorosamente, una crisis de soledad, porque es como que se corta el cordón umbilical vital que tiene el niño con su familia. Entonces, les contamos como una gran síntesis de historia universal, parte del Antiguo Testamento, de lo que les pasa a Adán y Eva, es lo que les pasa a ellos en ese momento. Ese dolor de que se terminó el paraíso de la infancia, de que ahora tienen mayor capacidad consciente, podemos decir, es como si hubieran comido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Descubren igual que Adán y Eva por primera vez y con gran susto, la diferenciación de los sexos y por primera vez se dan cuenta de que esto de vivir significa trabajar, construir su propia casa, conseguir su pan cotidiano con el sudor de su frente. Y… entonces esto es lo que en el currículum Waldorf hacemos con los niños: construimos una casa, tejemos la propia prenda y también trabajamos la tierra para cosechar al final de año el maíz y luego con eso hacer el pan.
¿Qué pasa en el tercer septenio?
En el tercer septenio es como un comenzar de nuevo después de los 14 y allí la necesidad es la de poder ir desarrollando la capacidad de juicio. Allí hay diferentes niveles que son adecuados al momento evolutivo de cada uno de los pasos que van dando hasta los 18 años que están en la escuela y que ya después sigue pero de una forma más individualizada. Allí yo te pondría de ejemplo la importancia radical que tienen las materias prácticas: el arte y los talleres; esto de poder trabajar y poner en práctica lo que ellos presuponen, lo que ellos diseñan, llevar a cabo y poder desarrollar la capacidad de juicio desde los elementos necesarios para poder fundamentar lo que quieres llevar después como propia opinión. De forma general, esto tiene cuatro pasos muy importantes que lo llevan desde el juicio práctico, al juicio hipotético-deductivo, donde ellos primero proponen la hipótesis para después corroborar. Luego aparece un juicio mucho más animado en esa etapa de 16, 17 años, donde en realidad la vivencia de todo lo que les rodea pasa fuertemente por esta evocación anímica de comprender que, en realidad, todo lo que sucede a su alrededor es como imagen, es como un proceso vivo de aquello que se desenvuelve, a su vez, en su propia alma, para llegar a la culminación de nuestro juicio individual.
¿Hay muchas escuelas Waldorf en el mundo?
En el mundo son alrededor de 2000. Estamos viviendo así como una especie de explosión, de nuevas creaciones es muy interesante porque escribieron recién que hay algunos padres que se juntan para crear iniciativas. Bien, las escuelas Waldorf nacen de este modo, de padres que deciden libremente dar este tipo de educación a sus hijos lo cual indica cuán profunda es la necesidad de que el padre esté totalmente comprometido e involucrado también.