Revalorando el rol del cerebro
El cerebro, luego de sobrevivir, establece un estándar a partir del cual las personas ya pueden construir sus vidas. Pero muchas veces los padres de familia no pueden apreciar esto en sus hijos porque ellos enfrentan otros problemas y dificultades, que ante su incomprensión deviene, para los pequeños, en amenaza. La neurociencia ha venido en ayuda de la pedagogía de la docencia y de la crianza.
Por Ricardo Rojas Bedoya
Neurocientífico
En mi consultorio de Neurofeedback me encuentro con muchos padres de familia que se quejan amargamente de cómo sus hijos vienen a mi consulta con déficit de atención, problemas de control de la impulsividad, facilidad para la distractibilidad, problemas de disciplina, problemas de organización del tiempo, problemas de organización del espacio, y problemas de obediencia.
Es decir, sus querubines no saben apreciar el enorme esfuerzo que sus padres hacen para que puedan ir al colegio, a la universidad, comer bien y tener una tablet.
Una línea muy común en el discurso de los padres es:
1. “yo a su edad tenía que cuidar de mis hermanos”
2. “yo a su edad no tenía ni siquiera agua en la casa”
3. “yo a su edad le tenía mucho miedo a mi padre”
4. “yo a su edad tenía que caminar 10 kilómetros al colegio”
El cerebro está diseñado para asegurar una sola cosa, si nada más es posible: sobrevivir. El cerebro necesita cotejar que el cuerpo está a salvo. Y la manera cómo lo hace es a través de las tres pieles:
1. Es necesario que la piel sobreviva, y para ello hay que asegurar el pan de cada día.
2. Es necesario que haya ropa para resguardarnos de las inclemencias del clima.
3. Es necesario que haya un techo para cuidarnos de los ataques de otros y para que podamos tener nuestra comodidad y nuestra privacidad.
Cuando el cerebro coteja que las tres pieles están siendo provistas, entonces establece un standard para esa gente y entre esas personas. Y cuando esto ocurre, el cerebro está en libertad de descorrer unas cortinas invisibles y revelar los asuntos que siempre estuvieron ahí pero que aún no se podían abordar ni tratar. Ahora que el cuerpo está a salvo, ¡ya se pueden visitar! Como consecuencia, la descendencia de tu linaje puede construir sus vidas sobre la plataforma provista por dicho standard. Esto es inevitable. Así funcionan las cosas.
Pero los padres de familia no pueden apreciar esto pues no saben que su progenie tiene otros problemas que resolver, otras dificultades que descubrir y otros retos que afrontar. Y que las razones por las cuales estos jóvenes tienen problemas con la atención, la concentración, la distractibilidad, la obediencia, la organización, la disciplina radican justamente en que ¡los padres no han sabido criarlos sobre el cimiento que ellos mismos crearon con el standard! ¡Más bien se lo sacan en cara! Nuestros hijos de ninguna manera pueden parecerse a nosotros. ¡Se tienen que parecer a sí mismos!
Y es justamente en este departamento en dónde estamos fallando. Ustedes, padres de familia, que se han esforzado tanto para generar y mantener ese estándar de modo que sus querubines puedan gozar de todo aquello que ustedes no gozaron; no se dan cuenta de que para llegar ahí ustedes tuvieron que sobrevivir a sus circunstancias, ¡inclusive a sus padres! Y para lograr esto, ustedes tuvieron que aprender a reaccionar en vez de aprender a responder. Y toda vez que reaccionaron para poder sobrevivir aprendieron también a maltratar, a dejar que los maltraten y a maltratarse a sí mismos.
Pero estuvieron tan ocupados produciendo el estándar que no tenían tiempo para detenerse y ver cómo se maltrataban, cómo maltrataban o se dejaban maltratar para poder sobrevivir. Y después de todo, qué importa, ¿verdad? Igualito aquí están vivitos y coleando con el estándar entre los brazos. Bueno, ¡les tengo noticias! A sus hijos les importa enormemente, pues para poder ellos saber qué han nacido para darnos ellos tienen que aprender a vivir, y eso no se puede hacer sino aprendiendo a responder, a responder con elegancia y a proponer. ¡Pero esto no lo van a poder hacer si todo a su alrededor es sólo amenaza! Y ustedes, papis, ¡son la amenaza!
Las siguientes pautas las he extraído de mi propia experiencia con mi amado hijo y de las entrevistas que he ido recogiendo a lo largo de mi carrera. Cada una de ellas necesita una explicación, que se las puedo ofrecer en talleres, y aquí solo les comparto la inquietud y un “jala lenguas” para mí:
1. El niño nace con varias tareas: tiene que aprender a domesticar su cableado cortical y esto se le facilita mediante la actividad correcta. La falta de correcta actividad puede llegar a producir aturdimiento en el niño, puesto que la correcta actividad es conducente a hacer uso de la autorreferencia. La falta de autorreferencia aturde.
2. Tiene que aprender a domar su actividad subcortical (los arrebatos, las emociones y sus instintos), y esto se facilita mediante el trato correcto. El maltrato impide que esto pueda ocurrir.
Entonces, para que tu niño tenga la oportunidad de amaestrar su propio cerebro, habrás de asegurarte de lo siguiente:
1. No atarantes a tu niño: su dicción y su prosodia para comunicar dependen de un cerebro que se sabe no amenazado
2. No abrumes a tu niño: el cerebro opera mejor bajo presión. Toda exigencia imprime una presión sobre el cerebro. Pero si lo sometes a demasiada presión, lo abrumas.
3. No aburras a tu niño: si tiene insuficiente presión, lo aburres.
4. No aturdas a tu niño: si lo atolondras impides que tu niño se haga visible para sí mismo y para el mundo.
5. No atemorices a tu niño: haz que ponga su atención en las cosas que lo empoderan.
6. No atosigues a tu niño: que él mismo decida cuánta comida mete en su boca y a qué velocidad. Él tiene que pasar de la tiranía (fetal) a la autonomía.
7. No compares a tu niño: deja que se mida solo hasta que esté listo para la medición de su desempeño. Esto comienza después de que se da cuenta de ganar y perder; de así vale y así no vale; de que hay reglas, guiones, tramas, escenarios y personajes con qué jugar, que representar. De lo que es de verdad y lo que es de mentira.
8. El TRATO correcto puede definir límites, pero también construye los linderos de afuera y de adentro para el niño. Los linderos crean los cauces para el caudal de su vida: los linderos le ponen brida a sus bríos.
Termino este corto artículo haciéndolos concientes de que en nuestro cerebro hay dos hemisferios y que cada cual procesa información de maneras muy diferentes. En el hemisferio derecho el trato significa una cosa. Significa tino y tacto. Por contraste, en el hemisferio izquierdo el trato significa otra cosa. Significa pacto y contrato. El primero no es negociable. Lo segundo sí es negociable. Como pueden apreciar, toda la pedagogía de la docencia y la de la crianza tiene que ser totalmente reescrita tomando en cuenta el rol que juega el cerebro en nuestras vidas. Búsquenme, a través de la consultora educativa REDUC, para saber más.
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