Falta consolidar formación técnica: Crecimiento no planificado de la oferta de estudios superiores

A pesar de la dramática demanda de profesionales y técnicos calificados en diversos sectores de la industria, los estudios universitarios gozan de un prestigio que aparta de la masa laboral a innumerables profesionales que se verán sin trabajo al egresar de su carrera. La vinculación entre la oferta de educación superior y las necesidades de las empresas vuelve imperativa una relación que apunte hacia el desarrollo del país.

Cada año egresan de secundaria más de 400 mil jóvenes en todo el Perú. El 75% (300 mil) proviene de la educación pública y 25% (algo más de 100 mil) de la educación privada. Un hecho significativo es que una amplia mayoría de ellos anhela estudiar una carrera en la universidad.

De acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Educación, en el año 2012 postularon 328 mil jóvenes a las 51 universidades públicas, logrando ingresar cerca de 74 mil, es decir, solo uno de cada 4.5 en promedio logró un cupo. El mayor nivel de dificultad lo presentan, claro está, universidades como San Marcos, UNI o la Agraria.
Por otra parte, 253 mil postularon a las 89 universidades privadas, y lograron su ingreso cerca de 225 mil, es decir, 10 de cada 11 postulantes, lo que significa que en muchas de las universidades accede la totalidad de postulantes.

En el mismo año 2012 postularon 77 mil jóvenes a los 460 institutos superiores públicos en todo el Perú e ingresaron 52 mil, lo que hace una relación de 15 a 10. Mientras, 111 mil postularon a los 483 Institutos privados, logrando ingresar 85 mil de ellos, es decir, una proporción de 10 a 13.

En resumen, la universidad recibió cerca de 300 mil nuevos estudiantes y los institutos solo 138 mil. La población actual de estudiantes en la educación superior es algo más de 1.24 millones; de ellos, 865 mil son universitarios y 375 mil son estudiantes de institutos. En comparación con el 2005, la población universitaria creció en 54% desde 560 mil, mientras que la cantidad de estudiantes de institutos se redujo en 2% cuando eran 378 mil. Hay que destacar, además, que el crecimiento la población en la universidad pública fue moderado (de 281 mil a 321 mil), mientras que la población de estudiantes de la universidad privada va camino a triplicarse (de 227 mil a 543 mil) en el mismo periodo.

Este crecimiento desordenado, sin ninguna planificación, tiene una serie de consecuencias, entre las que podemos mencionar las siguientes:

  • Muchos profesionales formados en universidades egresan de carreras que el mercado no requiere y, en consecuencia, están desempleados, con lo cual la universidad no asegura un puesto de trabajo.
  • Al haber una enorme escasez de técnicos calificados, sus sueldos se han incrementado, de lo que resulta que muchos de ellos ganan más que los profesionales universitarios.
  • Hay necesidad de importar profesionales y técnicos en tecnología e ingeniería vinculados a los sectores productivos donde la demanda de profesionales es amplia.
  • Pérdida de competitividad del país y riesgo de frenar el crecimiento de ciertos sectores por falta de ejecutivos, profesionales y técnicos especializados, ya que las empresas multinacionales se fijan es estos ratios antes de realizar sus inversiones.

Algunas instituciones, como IPAE, vienen trabajando en la elaboración del observatorio laboral, que brindaría información oportuna sobre la demanda del mercado laboral a fin de que las instituciones educativas implementen dichas carreras en cada región para cubrir sus necesidades. Esto evitaría la enorme brecha que existe actualmente entre los egresados de las universidades e institutos y lo que las empresas requieren. Una buena noticia en este sentido es la ejecución del programa Beca 18, llevada a cabo por el Gobierno a través de Pronabec, que a la fecha cuenta con 11 mil estudiantes beneficiados. Esta iniciativa se convierte en una poderosa herramienta para dos fines específicos: por una parte, al tener la facultad de decidir cuáles carreras financiar, la inversión se destina a carreras con demanda laboral. Además, cabe anotar que los beneficiados no solo deben pertenecer a un sector de bajos ingresos, sino, fundamentalmente, deben ser los mejores alumnos en sus respectivos colegios. El segundo factor importante del sistema es que selecciona las instituciones donde los beneficiarios pueden seguir sus estudios, según una evaluación de la calidad académica, que incluye criterios como la reputación de sus egresados, lo que en la práctica se convierte en una “certificación”.

Universitarios según colegios de procedencia

Un dato interesante que debe analizarse es la población universitaria de acuerdo con el tipo de  colegio donde estudió. Según la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), en general el 54% de  estudiantes de las universidades de Lima estudiaron en colegios privados, ya sean laicos o religiosos;  mientras que el 46% estudió en colegios públicos. Si observamos a los estudiantes de universidades  públicas de Lima, el 62% proviene de colegios públicos y 38% de colegios privados. En el caso de la  Universidad Agraria La Molina (UNALM), sorprende que un alto 58% proviene de colegios privados,  mientras que en San Marcos y la UNI también más del 35% de estudiantes son egresados de colegios particulares. En el caso de estudiantes de universidades privadas, un 59% ha egresado de colegios  privados y 41% de colegios públicos. En las universidades del Pacífico y de la de Lima, más del 90% de  estudiantes vienen de colegios privados; y en la PUCP, ESAN, USIL, UPC, Científica del Sur, Cayetano  Heredia y Ricardo Palma sucede lo propio con más del 70%. En cuanto a la Universidad de San Martín  de Porres (USMP), un 65% proviene de colegios privados y 35% de colegios públicos. Mientras que en  la UTP (54%), Alas Peruanas (64%) y Garcilaso de la Vega (65%), la mayoría de estudiantes ha  realizado su educación básica en colegios del Estado

Justo Zaragoza C.
Director ejecutivo del Grupo Educación al Futuro.

 

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